Los juegos de azar son considerados por algunas personas como juegos inofensivos o solo como un medio de diversión, mientras que otras creen que se trata de un vicio. Por eso es propio preguntarse, si este sector que cree que se trata de una práctica no cristiana tiene razón en el hecho de que el juego es un pecado.
Como podemos ver hay ideas variadas al respecto, pero conocer la fuente de por qué se cree que es pecado contesta la interrogante.
Contenido del artículo:
Los juegos de azar son un pecado
El concepto de pecado se le atribuye a todo aquello que va en contra de la voluntad de Dios, es decir, el punto de vista de Dios.
La biblia es el medio en el que se pueden encontrar los pensamientos de Dios, aunque cabe destacar que no existe un texto de la biblia que diga de forma clara o directa que los juegos de azar son un pecado, pero si se encuentran consejos que permiten entender cómo Dios ve este tipo de juegos.
Objetivo del juego
En los juegos de azar se logra ganar dinero a costa de otras personas, lo que contradice lo que dice la biblia en Lucas 12:15 que indica que se hay que abstenerse de toda suerte de codicia. El verdadero motivo por el que las personas apuestan o juegan en los casinos es la codicia, solo que se muestra de forma disfrazada al anhelar recibir un premio millonario de la nada.
Ya que las personas desean ser ricas y obtener dinero de forma fácil.
Intenciones del juego
Los juegos de azar impulsan los deseos egoístas en las personas, ya que se busca ganar dinero mientras que otras personas lo pierden, comportamiento que contradice lo que dice la biblia en 1 Corintios 10:24 en el que se anima a no buscar la ventaja individual sino la de otras personas.
En el juego la persona tiene la firme determinación de ganar, lo que implica que espera que el resto de jugadores pierdan para este quedarse con él. Sin dejar de mencionar que la biblia dice que la suerte, es dominada por una fuerza misteriosa que ejerce su poder para dar prosperidad.
Aquí hemos evaluado sólo 3 principios bíblicos en el que se deja claro que Dios no aprueba los juegos de azar, es decir, va en contra de lo que él piensa. Por lo que, recordando el concepto de lo que significa el pecado, podemos concluir que sí, el juego es un pecado.
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